sábado, abril 01, 2006

La noche empezó tibia.

La noche empezó tibia,
de lluvia rala.

El frenético transitar de las gentes,
por la calles húmedas,
tapizó de huellas incoloras
los sueños sin destino.

Yo regreso a mi cueva,
que me acoge con el beso frío
de la soledad tardía.

No me acostumbro.

Buceo en mis recuerdos
tratando de evocar una caricia,
un eterno beso que me dieran,
pero, apenas, lo percibo.

Cuántas veces me dijeron (dije)
siempre te querré,
y ni siquiera recuerdo (ni me recordarán)
qué labios lo profirieron.

Cuántas palabras se dicen, te llegan,
y qué pocas permanecen dentro.

La noche se torna fría, pero no llueve.

Nadie pasea ya por las aceras de esta ciudad.
Nadie pasea aún por la geografía de mi piel,
de mi piel yerma y casi ajada,
de mi piel sedienta de tu arroyo y tu cascada.

¿Existirás?
¿Serás digna de merecerme?
¿Dónde estás que no me encuentras?

Mi cuerpo desea comulgar en el tuyo,
y sacramentar los encuentros de deseo,
(Verbum Dei)
para honrarnos con los índices
en los altares más que nuestros.

La noche ya se fue, llega el alba.
Y sigo recordando a quien aún no fue.

Grapo mis labios con los besos no dados,
seco mis dedos con los ríos no amados
y con paso cansino,
me descargo en el altar de mármol frío.

Mañana brillará el sol.
O no.

1 Comments:

Blogger Simplemente Olimpia. said...

Desesperanzador...lúgubre, tétrico,hambriento, pedigueño, mendigo...pasado cierto, pero no exacto. Una mentira cobarde que oculta una verdad imperante.

1:40 p. m.  

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