sábado, abril 01, 2006

Soledad y Aeropuerto

Siempre sucede igual: las esperas en los aeropuertos son los momentos en los que más evidente se muestra la soledad.

Ves a esas parejas que se funden en eternos abrazos; esas lágrimas que recorren trémulas mejillas; caricias furtivas, urgentes por la inminente partida…

La soledad se muestra como un imán al que, irrefutablemente, se acercan tanto el que se va como el que se queda.
Y, a mí, me recorre, en esos momentos, un escalofrío helado que eriza mi piel. Vago sin rumbo, por esos pasillos asépticos, tratando de conjurar el monótono tiempo.
Y pienso que, a mí, no me espera la soledad al otro lado; porque, la soledad, hace tiempo que vive en mí, por más que me empeñe en no aceptarlo.

No vibra mi móvil. Nadie me llama. Es la helada voz de la soledad quien me susurra.

Y, ¡otro café! (al menos, cruzo palabras con la camarera)

Más besos a mi alrededor, más lágrimas…

Y cuando llegue a mi destino, se repetirá la misma escena pero, esta vez, sentida en primera persona: se abrirán las puertas y allí estará la muchedumbre expectante, buscando a su corazón elegido; pasas delante de ellos, los miras y, sin embargo, nada ves en sus pupilas porque no esperan a uno. Evitan tu presencia buscando el mejor ángulo, aquél que les permita encontrarse, después de tanto tiempo, con el anhelado.

Camino pausado por el enlosado brillante, opaco de ánimo,
alcanzando la calle; y el frenético ritmo contrasta con mi tensa calma interior.
Miro hacia ambos lados, al cielo, y nadie entre tanta multitud. Al menos, un taxi me espera. Algo es algo, aunque sea a cambio de unas monedas…, igual que la camarera que quedó atrás.

1 Comments:

Blogger Simplemente Olimpia. said...

No, no, no y mil veces no!!!, me niego, incompleta, inconexa, relevante!!!! POr que sí.
Olimpia.

12:33 a. m.  

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